Vamos compartiendo el secreto n°1 de este nuevo destino. Un lugar increíble para estar a solas con la naturaleza con una pequeña playa, un lodge y un restaurante donde sirven conchas frescas.
Desde hace varios años, Luis tiene al lado de la playa Athenas una concesión en donde está su criadero de conchas de abanico. Se encuentra en la zona de amortiguamiento de la Reserva con una playita de arena y acantilados que bordean el otro lado. A unos 30 metros una pequeña isla sirve de refugio a todas las aves marinas.
A Luis se le ocurrió construir al lado de las barracas de sus pescadores, habitaciones simples pero muy confortables, pegadas al acantilado, destinadas a ser ocupadas por la gente que deseaba disfrutar de esta hermosa vista y gran tranquilidad. Solo habilitó 5 habitaciones para que el sitio no pierda su alma. No hizo nada glamoroso, todo conserva la esencia del sitio. Las habitaciones parecen ser unas barracas más, pero eso sí, bien equipadas por dentro con camas confortables y todas las comodidades. Cada una con su baño privado y agua caliente. Actualmente están acabando una suite que tendrá la vista panorámica mas espectacular hacia la Bahía con ventanales a lo largo y aislada en un pequeño promontorio. En el día se aprovecha del restaurante, sirven un desayuno clásico americano y por la noche hay pizzas, pastas artesanales o platos simples.
En Inti Mar, más vale despertar temprano porque el sol y el agua son preciosos durante toda la mañana, por la tarde se levanta el viento. Al amanecer verás la isla totalmente cubierta de aves mientras los flamencos recorren la playa al lado. Uno puede disfrutar de la paya de arena echándose en las sillas perezosas bajo las sombrillas, haciendo snorkeling y bordeando la isla llena de vida marítima. El lodge te presta máscara, esnórquel y aletas (pero si, el agua esta fría) o puedes alquilar un kayak y recorrer la Bahía. También hay caminatas a través del desierto para llegar a otras playas desiertas como la del Pirata y servicios de tours privados a las Islas Ballestas en un catamarán.
Lo fascinante es el criadero de conchas. Usan la técnica de cultivo de fondo, la menos dañina para el medio ambiente. Los pescadores salen tempranito, seguro verás a algún buceador trabajar al fondo. Están cuidando a las conchas que demoran un promedio de un año en estar listas para el consumo. Cuentan con 25 000 manojos, es decir, una producción de 2,5 millones al año. Algunas de estas conchas y otras especias las sirven en el mismo sitio en un restaurante pequeñito y familiar o en mesas al aire libre bajo sombrillas.